Columna de opinión de nuestro presidente, Marko Razmilic, publicada en Nueva Minería y Energía
Mucho se ha dicho sobre el proceso de crisis y cambio que vive nuestro país, especialmente en lo que significa asumir, por ejemplo, que el cotidiano mantra de crecimiento económico, que ha significado enormes beneficios para Chile, se volvió insuficiente por sí mismo en la tarea de avanzar hacia un desarrollo sustentable. Se trata de una lección que como sociedad estamos aprendiendo tras más de dos meses de intenso debate, donde las prioridades -igualdad, transparencia, calidad de vida- han sido delineadas, y encontrarán su cauce natural hacia el resultado que como comunidad decidamos. No obstante, la continuidad operacional y la actividad económica del país siguen siendo obvias para un futuro auspicioso.
Acorde al último Informe de Política Monetaria (IPoM) del Banco Central, publicado en diciembre de 2019, el organismo anticipa un crecimiento del PIB de entre 0,5 y 1,5% para 2020, asumiendo que las “disrupciones” que han impactado en la economía menguarían su intensidad durante el año, proyectando así un crecimiento del orden del 2,5 a 3,5% para 2021. Se trata de un pronóstico optimista en el mediano plazo, basado en tres pilares que vendrían a contrarrestar un descenso importante en inversión: Una política monetaria expansiva; el aumento de la inversión pública; y la continuidad de grandes proyectos, especialmente mineros.
Lo anterior es ratificado por el informe de Cochilco, “Inversión en la minería chilena: catastro de proyectos 2019-2028″, que considera 44 iniciativas sumando US$ 72.503 millones, de los que más de US$24 mil millones tendrían lugar en la Región de Antofagasta, razón que valida nuestra preocupación por los proveedores locales y el establecimiento de un sistema de compras y de empleo de mano de obra regional, especialmente tras conocerse el estudio de Fuerza Laboral de la Gran Minería Chilena 2019-2028, que anticipa más de 15 mil nuevos trabajadores para las Regiones de Tarapacá y Antofagasta, más de la mitad del total nacional (26 mil).
Apartando ese enfoque local, acorde al catastro de proyectos, el 51% de la inversión descrita está asociada a empresas chilenas, donde Codelco es protagonista, seguidas por empresas de origen canadiense (21%). A continuación, sigue Reino Unido (10%) y EEUU (7%). Este dato cobra significativa importancia, considerando que, dado un escenario de incertidumbre (aún) en lo social y económico, algunos actores citan directamente el acontecer político como un factor de riesgo que podría afectar el valor de sus activos en nuestro país, especialmente en lo que se refiere a la discusión sobre una nueva constitución.
El desafío es claro y urgente: debemos alcanzar un consenso social definitivo y del más altísimo nivel, donde la minería tiene un rol vital que la sociedad no puede desconocer. En la senda del diálogo, y descartando de forma definitiva la violencia, necesitamos recuperar nuestro posicionamiento como bastión de inversiones mineras e industriales, que nos permita continuar el proceso de reactivación económica. La industria minera es el motor que necesita Chile para seguir creciendo.