Columna de opinión de Fernando Cortez, gerente general AIA, publicada en El Mercurio de Antofagasta.
A veces tenemos dudas si es real o estamos soñando el escenario que estamos viviendo, pero a los segundos aterrizamos y constatamos que sí, es una pesadilla hecha realidad.
Esta realidad/pesadilla es al mismo tiempo un escenario de emergencia que nos obliga a ser especialmente rigurosos en la definición de aquello que se debe priorizar. Siempre es necesario priorizar por lo que ya sabemos, “necesidades múltiples y recursos escasos”, pero en emergencias las prioridades se suelen confundir con la vida y la muerte y, por ello, estas definiciones son urgentes y claves para el presente y, por sus efectos posteriores, también para los meses y años próximos.
En los últimos días ha ido quedando en evidencia el falso dilema de vida o trabajo. Sin duda, proteger y hacer los máximos esfuerzos para asegurar la salud de cada persona es lo primero. Todos integramos el equipo responsable de lograr el menor impacto posible de esta pandemia en cada una de las comunas y regiones de nuestro país. Las cuarentenas, el lavado de manos, teletrabajo, reducción de movimiento de personal, suspensión de actividades laborales masivas, los protocolos de seguridad, higiene y distanciamiento en las empresas, el uso de mascarillas, suspensión de clases, forman parte de este compromiso de todos con la vida. En paralelo, con el correr de los días vamos constatando que tenemos una segunda prioridad insoslayable: se debe asegurar la continuidad operacional de las empresas para así asegurar el empleo y los ingresos de los trabajadores. Así, ellos podrán abastecerse de los alimentos, remedios y servicios básicos para proteger la salud y vida de sus familias.
El cierre de empresas, la pérdida de empleo e ingresos tiene un fuerte impacto en la calidad de vida de las familias. En nuestra Región de Antofagasta tenemos que hacer los máximos esfuerzos para que este impacto sea el menor posible. Las empresas deben mantener la mayor dotación posible sin arriesgar la salud de los trabajadores y utilizando los recursos de apoyo que está disponiendo el gobierno. Priorizar a las empresas proveedoras regionales y a los trabajadores locales debe ser el compromiso de toda la cadena productiva pues así, minimizando los traslados y cercanía física, se reduce el riesgo de contagio y, al mismo tiempo, se estará contribuyendo a mantener la calidad de vida de todas las familias de nuestra región.
¿vida o trabajo?, falso dilema. Entre todos debemos priorizar la salud de cada uno y, las grandes empresas y toda la cadena productiva debe priorizar a las empresas regionales y a los trabajadores locales.