Han pasado siete meses desde que la fase Request For Proposal (RFP) de la licitación internacional del Instituto de Tecnologías Limpias (ITL), impulsada por CORFO, entró a su etapa de evaluación, la cual se ha extendido en forma indefinida en el contexto de pandemia que todos conocemos. Tras siete meses de suspenso, tenemos la convicción de que la propuesta liderada por la UCN, UA, AIA, Ata Ley, universidades nacionales y centros internacionales, permitirá hacer realidad con nuestras propias competencias el cambio que necesitamos para nuestra región, y pasar de una reactivación a una revolución tecnológica productiva que nos permita dar un salto estratégico en el desarrollo de nuestra región y país.
Hoy, en el proceso de normalización económica y social, y con un progresivo desconfinamiento de nuestras comunas, vale la pena recordar en qué consiste esta iniciativa, que significará un aporte basal de U$D192MM en 10 años, provenientes del acuerdo CORFO-SQM. Se trata de una licitación que busca instalar en la Región de Antofagasta un centro tecnológico que transformará a la zona norte del país en un referente mundial para el mercado de la exportación de hidrógeno verde hacia 2030, pudiendo abastecer a otros países en la senda del combate al cambio climático y la utilización de energías renovables. Esto conllevará que nuestra región sea el epicentro de un salto tecnológico que nos permitirá además desarrollar conocimiento aplicado en torno al litio, sales, energía solar y minería verde, impactando de forma irreversible en el desarrollo de nuestro capital humano calificado.
Ya en 2018, junto al intendente de la época y los rectores de la UA y la UCN firmamos un memorándum de compromiso para crear un consorcio regional, nacional e internacional para participar en la licitación del ITL y que este no sólo se instale en el territorio, sino que además sea ejecutado por su propia comunidad. Así nació la Asociación para el Desarrollo del Instituto de Tecnologías Limpias (ASDIT), que hoy compite por la adjudicación del centro, estando conformada por las 11 más importantes universidades del país, la Asociación de Industriales de Antofagasta (AIA), y la Corporación Alta Ley, contando con el apoyo de empresas energéticas, mineras y de centros internacionales de investigación, tales como el Commonwealth Scientific and Industrial Research Organization de Australia, y la Fundación Fraunhofer Chile Research, y otras 40 entidades asociadas de todo el mundo.
Este futuro centro del conocimiento, descentralizado y aplicado en el corazón del Desierto de Atacama, cuna de recursos fundamentales para la civilización moderna, es un proyecto estratégico que los principales actores y comunidad regional esperan seguir siendo sus protagonistas.