Columna de opinión de Fernando Cortez, gerente general AIA, publicada en El Mercurio de Antofagasta.
El año 2011 estuvo en Santiago y Antofagasta el profesor Michael Porter. Fue invitado a exponer la propuesta de Valor Compartido, cuyos contenidos fueron publicadas ese mismo año, con el profesor Mark Kramer, en la revista Harvard Business Review.
El principio del Valor Compartido consiste en la capacidad empresarial para crear valor económico de una manera tal que, al mismo tiempo, satisfaga necesidades sociales urgentes no resueltas por la demanda efectiva en el mercado de bienes. El valor compartido no es filantropía, tampoco es el modelo de responsabilidad social y sustentabilidad, sino una nueva forma de éxito económico. No está en el margen de lo que hacen las empresas, sino en el centro del negocio. En palabras del Presidente de AIA en agosto del 2018, “la concepción reducida del valor como sinónimo de la utilidad para los accionistas, debe abrir paso a una concepción del valor que integre los intereses del accionista y la comunidad desde el corazón del negocio. El desafío no es generar utilidades para después distribuir un porcentaje a la satisfacción de necesidades sociales, el desafío es maximizar la satisfacción de necesidades sociales en el core business”.
Bajo el principio del Valor Compartido, las empresas pueden crear valor económico creando valor social en tres diferentes formas: reconcibiendo productos y mercados; redefiniendo la productividad en la cadena de valor; construyendo clústers en el entorno de las operaciones. Cualquiera sea el camino elegido, las necesidades sociales se asumen como oportunidades para el aporte y desarrollo empresarial. En este escenario, las empresas, empresas B y los emprendedores sociales, se encuentran y caminan por la misma ruta del desarrollo dinámico, reconocido socialmente y sustentable.
El éxito de esta estrategia obliga a que las políticas y regulaciones públicas estén alineadas. Las líneas de base y los incentivos nacionales, regionales y comunales deben estar puestos en la creación de valor compartido. Levantamientos sólidos y periódicos de las necesidades sociales prioritarias son claves para una estrategia de Valor Compartido potente. Asimismo, fundamentales son las regulaciones para impedir las malas prácticas a costa de las necesidades sociales.
La puesta en marcha de la estrategia de creación de Valor Compartido debiera significar un nuevo despliegue de capacidades y fuerzas innovadoras y de inversión, con el consecuente impacto positivo en la satisfacción de las necesidades de la comunidad. “Para esto se requiere que nosotros, los líderes y ejecutivos, desarrollemos una mirada mucho más profunda de las necesidades de la comunidad y de las verdaderas bases de la productividad de nuestras empresas” (Presidente AIA, 2018).